Y sus colores preciosos y sus olores terrosos, y sus oscuros rincones. Hicimos una ruta cerca del pico San Millán. Mal señalizada y bien empinada. Entre hayas amarillas y suelos crujientes pasamos una mañana de botas y cámara. Éste año, además, mañana de paseo con Xena, quien no hizo 9, sino 18 kilómetros porque cuando nosostros íbamos, ella ya había vuelto 2 veces.
ECHO DE MENOS EL OTOÑO
Esta entrada tiene un comentario
Deja una respuesta
Tienes que haber iniciado sesión para comentar.
Gracias por compartir estas imágenes que invitan a soñar. Son un regalo para la mirada.
Un abrazo!