Todo un reto. Y es que los colores amarillos, ocres y anaranjados del otoño son irresistibles para cualquier fotógrafo.
Pero… uno tiene que atreverse y salirse de lo cómodo. Demostrar que no son los colores, ni el paisaje lo que hace de los retratos algo especial. Y más si se trata de fotografía infantil. Los niños tienen ya su propia luz, sus mil colores.
Y ésta vez, les he teñido de blanco y negro, todas. Bueno…en la galería podréis ver también alguna en color… por si acaso os pensabais que fuente prior se había convertido en un nuevo Pleasantville.
Emma y Noa disfrutando de una de las últimas tardes soleadas que nos ofreció éste otoño. Os dejo con algunos de ésos momentos.
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Unas fotos preciosas muy buen trabajo mil gracias
Muchísimas gracias a ti, tu disponibilidad lo hizo posible. Tienes unas niñas preciosas